martes, 30 de agosto de 2011

UNA DE CAL, OTRA DE ARENA Y OTRA DE ARCILLA


En vista del fracaso de nuestro úlltimo intento de acogotar al angiosarcoma mediante la hipertermia profunda inducida por hipnosis  y una vez que la cicatrización de las quemaduras producidas por la cuarta y hasta entonces ùltima sesiòn de electroterapia, se había completado, habíamos programado, de acuerdo con la doctora, una nueva sesiòn de electroterapia. Finalmente esta tuvo lugar en la primera semana de marzo de 2010, y  tenía por principal finalidad actuar sobre la preocupante y cada vez mas voluminosa adenopatía que se observaba, principalmente, en la zona submandibular, justo bajo la cicatriz de la última intervenciòn quirúrgica.

Una vez mas se repitieron los problemas con la anestesia local de anteriores sesiones. Y bien por las dificultades del paciente para soportar el dolor producido por los electrodos  durante todo el tiempo programado, o bien porque los electrodos no fueron, en esta ocasión , colocados en el lugar adecuado, lo cierto es que la sesiòn resultó, un completo fracaso y una pérdida de tiempo en cuanto tuvimos que esperar casi un més hasta la próxima, mientras las quemaduras de la electroterapia cicatrizaban y a que consiguiesemos convencer al paciente de que se sometiese nuevamente al  "suplicio" de la electroterapia, sobre el que, nosotros mismos empezábamos a dudar que fuera suficiente para acabar definitivamente con el resistente angiosarcoma .

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                            Aspecto después de la 5ª sesión de electroterapia

Cuando hablamos con la doctora sobre las razones del fracaso de la última sesión, nos confesó que había colocado los electrodos donde lo había hecho, esperando que resultasen eficaces, pero que había temido aplicarlos en otras zonas que hubiera considerado mas adecuadas para una mayor eficacia, porque  temía afectar con ello al trigémino o alguna rama del  nervio facial, que era lo que le venía preocupando en la mayoría de la sesiones anteriores. Esperaba con ello restar una parte de la fuerza del tumor mediante electroterapia, dando tiempo a que, mientras tanto el resto del tratamiento fuese acabando con lo que quedase del mismo. Sin embargo, a pesar de la constancia de que el avance del tumor tenía lugar a mucho menor ritmo que en los primeros tiempos de su aparición, y de que se habían estabilizado primero y  llegado a desaparecer, después, todos los focos existentes en el  lecho de la zona intervenida quirúrgicamente, éramos conscientes de que si no conseguíamos reducir notablemente los nuevos focos aparecidos en la regiòn submandibular, no habríamos hecho otra cosa que ganar tiempo , pero no ganarle la partida al angiosarcoma,  el cual aún seguía allí amenazante.

Por ello, tras convencer al paciente, reacio a nuevos tratamientos de electroterapia, por las dolorosas experiencias que le proporcionaban, insistimos a la doctora para que intentase mejorar o potenciar, en la medida de lo posible, la anestesia local, a fin de lograr que  aquel soportase, en su integridad el tiempo del tratamiento programado y para que, intentase que el efecto de la electroterapia abarcarse la zona afectada mas amplia posible. Nos dijo que lo estudiaría y que consultaría el tema con algún otro colega, para intentar mejorar los efectos de la anestesia local.

Un més después de la quinta y fracasada sesión de electroterapia, llegó el día programado para llevar a efecto una nueva sesiòn: En esta ocasión , colaboró en la anestesia otra doctora, odontóloga, consiguiendo, por fin,  lograr un mayor efecto anestésico y que el paciente soportase todo el tiempo del tratamiento programado.

Al finalizar, pudimos comprobar los resultados, que aunque no resultarían aún definitivos, si fueron claramente perceptibles, al abarcar una amplia zona. Con lo cual, durante un tiempo se redujo tanto la inflamaciòn como el dolor provocado por la misma. 
                                          
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                 Aspecto del tumor al día siguiente de la 6ª sesión de electroterapia


                  
      Evolución de la cicatrización 20 días después de la 6ª sesión de electroterapia 


   Evolución de la cicatrización un mes después de la 6ª sesión de electroterapia   


  Evolución de la cicatrización 80 días después de la sexta sesión de electroterapia    
   
Se notaba claramente que la actividad del angiosarcoma se había reducido con ello notablemente. Sin embargo, al cabo de una semana y de forma paulatina, la inflamaciòn y el dolor volvieron a ir en aumento, hasta aproximarse, aunque sin llegar, a los niveles anteriores. Durante esos días el paciente había podido mantener a raya la inflamaciòn y el dolor subsiguiente, prescindiendo del ibuprofeno y manteniéndose únicamente con pastillas de traumeel; si bien finalmente tuvo que volver a recurrir al Ibuprofeno, cuando la inflamación y el dolor aumentó, aunque con menor intensidad que en ocasiones anteriores.  Signo evidente, por cuanto persistía en el tiempo, de que el angiosarcoma seguía allí agazapado, esperando su momento.Por eso había que seguir atacándo, sin tregua.

La enorme herida producida en esta ocasión por la acción de la electroterapia iba curando, como en anteriores ocasiones, y sin mayores complicaciones, con simples curas diarias, a base de agua oxigenada, betadine y aceite ozonizado, que realizábamos en casa sin acudir al centro de salud. Sin embargo, nos preocupaba no tener disponible ningún tratamiento local, aparte del aceite ozonizado, para las zonas adyacentes a los bordes de la herida, que impidiera o retardara aún más la expansión del angiosarcoma hacia esas zonas próximas al foco principal. 

Nuestra idea era, complementar la esperada acciòn general e interna de la dieta, de los complementos ingeridos por vía oral ( microinmunoterapia, omega 3, Renoven, uña de gato, refensal, lisin-prolin etc. ) y de la ozonoterapia, con un tratamiento local, que coadyuvase junto a la electroterapia, y durante el intervalo de curación de las heridas, entre sesiòn y sesión, para intentar contener la expansión del angiosarcoma, al menos dentro de sus estrictos  límites en cada momento . 

Consultamos esta cuestiòn con la doctora, pero no supo darnos ninguna respuesta que le pareciera efectiva a este enfoque, que nosotros considerabamos importante, por cuanto observábamos que aunque íbamos pisàndole los talones, aún seguíamos por detrás de la evolución del angiosarcoma y que aún no habíamos conseguido colocarle lo que podríamos llamar una barrera, para aislarlo y encapsularlo.

 Habíamos oido hablar de las propiedades astringentes de los emplastos de arcilla y, en una de las primeras visitas a la doctora, incluso le habíamos sugerido la posibilidad de aplicarlos .Sin embargo, ésta,  sin llegar negar sus posibles efectos terapeúticos, no pareciò darle mucha importancia a la sugerencia, por lo que, entonces, habíamos abandonado la idea.

Sin embargo, tras comentarle nuestra historia y nuestro planteamiento a una amiga doctora, que anteriormente había tenido un consultorio de medicina alternativa que había tenido que abandonar, por razones personales y económincas como consecuencia de un complicado divorcio, para volver a ejercer la medicina alopática en el Servicio Provincial de Salud, nos sugirió el empleo de emplastos de arcilla verde, que además de una acción antiinflamatoria, poseía una acciòn astringente y dexintoxicante de los tejidos, al tiempo que alcalinizaba el Ph de  aquellos con los que estaba en contacto.

Con esa idea, comenzamos a aplicar dichos emplastos sobre una gasa sencilla; primero alrededor de la herida y una vez que esta se encontraba en avanzado estado de cicatrización, incluso sobre la misma; utilizando en este caso gasa doble, para evitar el mínimo contacto directo de la arcilla con la herida. 

Comprobamos que aquello aliviaba, en gran medida, la inflamación y las consiguientes molestias que esta ocasionaba al paciente, ayudándole a reducir las dosis de ibuprofeno que tomaba diariamente, que constituía uno de nuestros objetivos; en cuanto, además de que le producía extreñimiento, no deseábamos cronificar dicho tratamiento, para evitar sus efectos secundarios en el largo plazo. Al mismo tiempo, comprobábamos, también, que la cicatrización y secado de la herida mejoraba y que el enrojecimiento de las zonas próximas a la misma disminuía notablemente, mejorando su aspecto, lo que nos parecía un buen síntoma. Observamos igualmente que dicho efecto se mantenía en los días sucesivos, sin efecto negativo alguno, y en consecuencia decidimos incorporarlo de forma permanente al tratamiento, colocando dichos emplastos, tres veces al día, para lo que aprovechabamos, como pauta, las horas de las comidas principales . 

Mientras el proceso de curación de la herida producida por la ultima sesión de electroterapia se completaba, observamos como un pequeño punto, situado tras la oreja izquierda y  próximo a uno de los antiguos focos ubicados en el lecho de la zona intervenida quirúrgicamente y posteriormente estabilizados tras el tratamiento con electroterapia, parecía querer resucitar, comenzando por inflamarse ligeramente y aumentando poco a poco la inflamación y el tamaño . Optamos por probar con un pequeño emplasto de arcilla sobre el mismo, y al cabo de unos días hinchó un poco más y terminó reventando y comenzando a supurar pus. Respiramos aliviados, pues temíamos que se tratase de una recidiva, cuando en realidad se trataba de una pequeña infecciòn, al parecer motivada por encontrarse dicha zona junto a otra que, debido a la escasez de tejido, a consecuencia de la exéresis quirúrgica primero y de la elctroterapia después, había terminado dejando expuesto el hueso del cráneo sin proteccion alguna de piel; lo que facilitaba posibles infecciones. Por tal motivo, a partir de ese momento, comenzamos a tratar la zona con aceite ozonificado, y el antibiótico homeopático oral "Pyrogenium" , comprobando como a los pocos días remitía la infecciòn.  

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                          Absceso  cutáneo sospechoso de recidiva

Después de una de "cal" y otra de "arena", un triste emplasto de arcilla, terminó revelándose como una terapia local útil para tratar el peligroso angiosarcoma. ¡ Ay si Hipócrates levantara la cabeza !

martes, 9 de agosto de 2011

NAVEGANDO EN UN MAR DE DUDAS

Tras tras iniciar el tratamiento con ozonoterapia y posteriormente con terapias de medicina china, habíamos percibido que progresión tumoral parecía evolucionar de forma mas lenta y menos agresiva. Sin embargo ello, no parecía resultar suficiente para impedir la progresión del tumor; Por lo que decidimos, de acuerdo con la doctora llevar a cabo otra sesión de electroterapia para intentar reducir, una vez más, el tamaño y fuerza de los distintos focos del angiosarcoma, a fin de permitir y ganar tiempo para que las restantes terapias pudieran terminar de rematar la faena . Así, el 16 de noviembre de 2009 iniciamos la cuarta sesiòn de electroterapia.

El paciente, consciente de lo doloroso que le resultaba, especialmente en la fase final de cada sesión, comenzaba a rechazar dicha terapia, siendo necesarias grandes dosis de paciencia y persuasiòn para lograr convencerle de que el tratamiento era totalmente necesario, si queríamos tener alguna oportunidad de éxito. A pesar de las limitaciones observadas respecto a la anestesia, habíamos llegado a la convicción de que se trataba de un tratamiento altamente efectivo, en cuanto permitìa visibilizar, sin lugar a dudas, la reducciòn tumoral que se producía tras la aplicación en los focos mayores, y la práctica eliminación de algunos de los menores, sin que se produjeran en los mismos nuevas recidivas.

En esta nueva sesión de electroterapia, a pesar de que la doctora se esmeró con la anestesia y que repitió su aplicación local hasta en dos ocasiones, cuando comenzaba a perder efecto, fué prácticamente imposible para el paciente soportar el tratamiento programado hasta el final. A pesar de ello, en esta ocasiòn se conseguiría eliminar defiitivamente algunos focos menores ubicados en el lecho de la zona operada e injertada, y reducir los de la zona mandibular; logrando que durante algunos días se redujese con ello la inflamación de la zona y los consiguientes dolores, permitiendo bajar, con ello, la dosis de ibuprofeno e incluso sustituirla por Traumeel.
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Imagenes (1 y 2) previas a inicio de la 4ª sesesion de electroterapia
 
                          Imagen ( 3 ) obtenida al día siguiente de 4ª sesión de electroterapia

 
Imagenes (4 y 5)  evoluciòn de cicatrizaciòn tras 4ª sesión de electroterapia
   A pesar de ello, entendíamos que teníamos que seguir atacando sin tregua y desde distintos frentes, al rebelde angiosarcoma. Habíamos leido sobre la capacidad del antiguo "Bio-Bac", ahora comercializado con el nombre de "Renoven", para mejorar el sistema inmunitario, y decidimos incorporarlo al ya amplio abanico de productos que el enfermo tomaba; motivo por el cual, comenzaba tambien a protestar, a pesar de que no le producían ningún efecto secundario perceptible. No sabíamos lo que íbamos a conseguir. Nuestra doctora nos diò el visto bueno; así que decidimos probarlo.

Llegada esta fecha ya habíamos concluido el periodo de tiempo de adaptación del paciente a la retirada paulatina de la medicación alopática recetada por el cardiólogo de la Seguridad Social, para intentar mantener el organismo lo mas "limpio" y desintoxicado posible, siempre que ello no supusiera un peligro para su salud cardiovascular. Teniendo en cuenta la estricta dieta, sin sal ni grasas saturadas, y rica, por el contrario en alimentos cardiosaludables, así como el tratamiento con altas dosis de Omega 3 y con ozonoterapia; y unido, todo ello, a la dosis de ibuprofeno que, hasta entonces, venía tomando a diario para combatir la inflamaciòn del angiosarcoma, resultaba suficiente, tal como había imaginado nuestra doctora, para mantener el corazón y el sistema vascular en perfectas condiciones de funcionamiento.

La prueba de que en tales condiciones la medicaciòn prescrita por el cardiólogo resultaba innecesaria es que, los controles diarios de la tension arterial no pusieron de manfiesto alteraciòn o síntoma extraño alguno. Y lo mismo ocurriò con las analíticas que, en su día se realizaron, tras la paulatina, controlada retirada escalonada de su medicaciòn habitual .

Desde entonces, hasta nuestros días, en que seguimos manteniendo junto con la dieta, las mismas dosis de Omega 3 y un tratamiento de mantenimiento con ozonoterapia el paciente sigue sin tomar la mas mínima medicaciòn farmacològica; sin que haya manifestado, ningun síntoma digno de menciòn, ni en las analíticas ni en los electrocardiogramas y demás pruebas de control, realizados por su cardiólogo de la Seguridad Social, prescribiendo este, ante los buenos resultados observados, el mantenimiento del tratamiento, sin conocer que habíamos dedidido abandonarlo; ya que, por falta de confianza y pensando que podría poner el grito en el cielo, no consideramos oportuno, en vista de los buenos resultados, poner este extremo en su conocimiento.

Por otra parte, tras ocho sesiones de tratamiento con medicina china, empezabamos a tener la sensación de que a pesar de que el paciente notaba mejorìa tras cada sesión, no resultaría tampoco suficientemente efectivo, para erradicar el angiosarcoma, a menos que aumentàsemos el nùmero de sesiones semanales; algo que, por distintas razones no podíamos permitirnos . Especialmente cuando tampoco teníamos ninguna garantìa de que ello nos llevara a la curación definitiva. Ello, unido al coste económico y personal provocado por los desplazamientos semanales a 300 kilómetros de nuestro domicilio, nos llevó a decidir suspender el tratamiento, que finalizamos el día 24 de diciembre de 2009, día de Nochebuena; día en que nos despedimos del doctor y del joven ayudante que realizaba habitualmente la "tuina" o masaje chino, con quien entablamos una sincera relación de amistad y mútua simpatia, por la dedicación, y cariño con que atendía al paciente, así como por el ánimo que le transmitía .

Recuerdo aquella Nochebuena con tristeza, porque comprobábamos que nuestros esfuerzos, a pesar de que parecían estar bien encaminados no terminaban de producir frutos suficientemente tranquilizadores y temíamos que el angiosarcoma estuviese corriendo a mas velocidad que lo hacíamos nosotros y que no seríamos capaces de darle alcance y superarlo. El año pasado habíamos vivido la misma fecha en pleno tratamiento de radioterapia y ahora, aunque habíamos conseguido evitar que el angiosarcoma se disparese, reduciendo su tamaño y conteniendo su fuerza y velocidad de crecimiento y progresión, nos encontrábamos, aún con la misma espada de Damocles sobre la cabeza de nuestro familiar.

El paciente comenzaba a impacientarse y a nosotros comenzaban a asaltarnos nuevas dudas, cada vez mas serias sobre si finalmente seríamos capaces de acabar con el angiosarcoma, antes de que este acabase con la vida de nuestro familiar. Sin embargo permaneceeron en nuestro fuero interno y nunca llegamos a trasmitirlas ni traslucirlas al paciente ni de palabra ni a través de nuestro estado de ánimo.

Seguíamos buscando, incesantemente, posibles tratamientos de eficacia rápida, algunos de los cuales nos parecían o bien poco fundados, o muy arriesgados, o bien simples "saca cuartos"; cuando no claramente insuficientes para el mal contra el que estabamos luchando. La elecciòn de los nuevos tratamientos o terapias, dado que la ciencia oficial no los reconocía, no era tanto una mera cuestiòn de conocimiento, como de intuiciòn, basada en los conocimientos que a lo largo de nuestra experiencia habíamos ido adquiriendo, sobre la biología del cancer y sobre el concreto comportamiento del angiosarcoma en nuestro familiar, y la respuesta a los mismos Con base en todo ello, y con el asesoramiento de nuestra doctora, a la que consultábamos cualquier iniciativa, tomábamos finalmente las decisiones; comprobando que estabamos consigiendo tanto o más quelo que hasta entonces habían conseguido los cirujanos, radioterapeutas y en general los doctores de la Seguridad Social. Lo cual nos servía, a la vez de estímulo para continuar, siempre que el paciente lo permitiese. Lo cual de momento hacía; al ver que evolucionaba razonablemente teniendo en cuenta la sombría expectativa que le habían augurado al ser "desahuciado".

Los focos múltiples y mas antiguos, ubicados en el lecho de toda la zona intervenida quirúrgicamente y sometida a radioterapia, parecían haber perdido actividad una vez cicatrizadas las quemaduras producidas por la última sesión de electroterapia. En los propios focos aún activos y en sus alrededores, se observaba la piel mas enrojecida, pero no se apreciaban signos de recidiva . Ello nos llevó a la convicciòn de que la electroterapia había funcionado en esos focos . A pesar de ello, y por un principio de precaución seguíamos tratandolos específicamente de forma local aplicando aceite ozonificado dos o tres veces al día, a los mismos, así como a toda la zona enrojecida a su alrededor; observándo como día a día el aspecto iba tendiendo hacia la normalidad; terminando finalmente, por establizarse, aún con alguna pequeña resistencia en alguno de los focos ; y así ha permanecido, aunque con ligeros sobresaltos, hasta hoy.

En cambio la zona supra y submandibular, ( última zona intervenida quirúrgicamente ) seguían inflamadas y con claros signos de actividad, a pesar de su lento desarrollo.

Ello nos movió a intentar un nuevo tratamiento que habíamos estado barajando sin decidirnos a probar, por falta de convencimiento en las posibilidades de éxito. se trataba de la "hipetermia. Habíamos descartado este tratamiento, por incompatiblidad, tras haberle sido implantado al paciente un marcapasos. No obstante en esa constante búsqueda habíamos encontrado un caso de remisión de un tumor infiltrante grado III que afectaba a próstata y vejiga, tras un tratamiento con hipertermia profunda inducida por hipnosis. Tras leer todo lo que encontramos al respecto en Internet, decidimos probar suerte, en cuanto la técnica, tal como se describía, no parecía revestir mas peligro que el económico. Habíamos comentado el tema en alguna ocasiòn con la doctora, quien, aunque no conocía ningún caso concreto, le parecía una opción que, al menos en teoría, podría funcionar, si cosenguía realmente inducir el estado de hipertermia local en la zona afectada .

Conseguimos contactar telefónicamente con el hipnoterapeuta, quien se había sometido personalmente de forma exitosa al tratamiento, pensando que sería el mas indicado, dada su propia experiencia personal. Nos propuso un tratamiento mínimo de cuatro sesiones, a razón de una semanal, ampliables a las que fuesen necesarias, si durante esas primeras 4 sesiones de apreciaba una mejoría que indicase que el tratamiento estaba resultando efectivo.

El principal problema es que su consulta distaba mas de 500 kilómetros de nuestro domicilio. Pero, pensando en que los resultados positivos pudiesen observarse durante el primer mes de tratamiento, decidimos probar suerte. Y una vez más, como ya hicieramos con el tratamiento de medicina china, aprovecharíamos los fines de semana para hacer algo de turismo por la zona, o durante el viaje. Tras acordar que el importe de cada sesiòn ascendería a 90 euros por cada una. y que suspenderíamos el tratamiento si en las cuatro primeras sesiones no apreciabamos mejoría, concertamos la primera cita, y pocos días mas tarde estábamos en la consulta para iniciar el tratamiento.

Nos recibiò el hipnoterapeuta directamente, lo cual nos sorprendió, al igual que tambien nos sorprendió el hecho de no haber ningún otro paciente ni persona en la consulta ni en ese momento ni durante el tiempo que duraría la sesion. Tras saludarnos, y después de una breve conversación informal, nos hizo pasar a un pequeño despacho. Allí tras ver los resultados del PET que habíamos realizado al iniciar el tratamiento de electroterapia, y realizar varias preguntas al paciente, encaminadas a conocer los síntomas que percibìa y el lugar donde se producían, comenzó a explicar, en lenguaje llano, en que consistirían la sesiònes de hipnosis, así como que no podría garantizar el éxito del tratamiento, pero que teniendo en cuenta su propia experiencia positiva, y otras que dijo habìa tenido con otros pacientes, esperaba que resultase efectivo. Había una duda que me rondaba la cabeza sobre la forma de control del momento en que se alcanzase el estado de hipertermia enla zona afectada, así que aproveché la conversaciòn y le pregunté : ¿Como controla la temperatura local de la zona afectada ? Como si estuviera esperando la pregunta, me respondiò sin grandes titubeos, que lo hacía símplemente manteniendo durante toda la sesiòn la palma de su mano sobre la zona afectada, y percibiendo de forma directa a través de la misma el ascenso de la temperatura.

Confieso, que tan rudimentario método, no me convenció demasiado. Pero no habíamos hecho 500

Acto seguido el hipnoterapeuta, nos invitó a pasar a la sala de tratamiento. Le pedimos estar presentes; a lo que accediò sin poner mas objeción, que permacieramos quietos y en absoluto silencio durante toda la sesiòn.

A continuaciòn pidió al enfermo tumbarse sobre una camilla tapizada en negro, procediéndo a taparlo con una ligera manta para que se mantuviese caliente. Le dió unas breves instrucciones para ayudarlo a relajarse; conectó un gran mangnetófono de los de cinta rebobinable de cuyos altavoces salia un sonido monocorde, inductor relajaciòn y sueño, que después nos dijo que se trataba de ondas alfa, y con voz suave y sugestiva comenzó hablarle ; pidiéndole, primero, que cerrase los ojos y se concentrase en su voz y tratase, al tiempo, de visualizar todo aquello que le fuese sugiriendo. A continuación le pidiò que realizase varias inspiraciones lentas y profundas, y a continuación le sugiriò mensajes de relajaciòn progresiva a medida que descendía en una cuenta atrás desde diez hasta cero, momento en que pasaría a entrar en un estado de máxima relajaciòn; propicio para visualizar y experimentar los mensajes provocadores de la hipertermia profunda que poco a poco iría sugiriendo. Finalmente colocó una de sus manos sobre la zona del angiosarcoma tras sugerir que a través del contacto el paciente sentiría un intenso calor en la zona; lo que además le serviría, según nos dijo posteriormente, para percibir si aumentaba la temperatura del enfermo en la zona de contacto y la intensidad de la elevación de la misma , y para comprobar si la sugestiòn. estaba surtiendo efecto . Tras sugerir durante unos diez minutos distintas imágenes de calor progresivo, finalmente retiró la mano y comenzó con nuevos mensajes para inducir un despertar tambien progresivo despues de una nueva cuenta atrás. Finalmente dió al paciente la orden de despertar concluyendo la sesión.

Acto seguido comentó con el paciente como había percibido la sesiòn, si se había relajado, y si había percibido calor o sensación de quemazón en la zona del angiosarcoma, a todo lo cual aquel contestó afirmativamente, si bien respecto al calor de forma un tanto confusa y titubeante; señal de que si bien la relajación parecía haber sido total, la hipertermia no parecía tan clara .

No obstante, el terapeuta nos indicó que ello era normal en la primera sesiòn, pues solía ser necesario un proceso de habituación del paciente a las sugestiones hinóppticas y que en las siguientes el paciente iría progresivamente acosumbrándose a las mismas resultando estas cada vez mas intensas y efectivas.

No nos fuimos del todo convencidos, pues tras preguntar al paciente, ya sin presencia del terapeuta, si había sentido calor, nos dijo que había experimentado un poco, pero nada especial. Ademàs tampoco habíamos observado en la zona ningún enrojecimiento especial que pudiera indicarnos los efectos de la hipertermia. Lo que si estaba claro, es que se había relajado profundamente, hasta el punto de llegar al umbral del sueño y que ello le había hecho sentirse agusto y aliviado de las molestias habituales producidas por la inflamaciòn que generaba el angiosarcoma en la zona.

Sea como fuera, decidimos dar un margen de confianza al terapeuta y su tratamiento y volver a la semana siguiente.

Así lo hicimos y una semana mas tarde estabamos nuevamente en la consulta, donde se repitió milimétricamente el procedimiento descrito anteriormente. Sin embargo durante la sesiòn nos pareciò que el paciente no había llegado a la misma fase de relajaciòn de la sesión anterior, y que en consencuencia la hipertermia profunda tampoco se había producido. Lo que pudimos constatar nuevamente una vez salimos de la consulta, al confirmarnos, que aunque también habia estado muy relajado duranrte la sesion no había conseguido concentrarse en los mensajes inductores de la hipertermia, y que no había percibido sensación de calor alguna.

No obstante el terapeuta no diò gran importancia a tal hecho, sugiriendo que los mensajes se dirigían al subconsciente y funcionaban a dicho nivel, y este tenía sus propias vías para inducir internamente efectos curativos ; por lo que no era imprescindible sentir directamente la sensaciòn de calor y que teníamos que empezar a percibir algún efecto de la terapia.

Nuevamente no nos convenció, pero aún así, decidimos esperar una semana más para comprobar la evoluciòn y dar una última oportunidad.

La próxima sesiòn discurriò de forma análoga a las anteriores y con unos efectos semejantes, por lo que, no habiendo notado ninguna mejoría, ni durante los quince días precedentes ni tampoco en la semana siguiente a la tercera sesión, decidimos suspender un tratamiento, que resultaba tan gravoso como poco efectivo en el corto plazo, y escaso de garantìas en plazo mas largo.

Se lo comentamos a la doctora, así como tambien el hecho de que la inflamaciòn y el tamaño del tumor supra y submandibular no se reducía, a pesar de su apenas perceptible crecimiento. Por ello, como la cicatrización de las quemaduras producidas por la última sesiòn de electroterapia habìa prácticamente concluido, le sugerimos una nueva sesión de electroterapia para intentar reducir, una vez máss, el tamaño y fuerza de los nuevos tumores, dado que los focos iniciales parecían haberse estabilizado. Le pareciò bien. Así que programamos una nueva sesión de electroterapia para la semana siguiente.

Habíamos sofocado varios focos, pero los nuevos parecían resistentes, y además se ubicaban en una zona proxima a ramas del nervio facial y trigémino, que hacían arriesgada toda intervención agresiva en los mismos, por temor a que alguno de dichos nervios pudiera resultar afectado, con las consiguientes consecuencias, para la calidad de vida del paciente .

Sabíamos que habíamos encontrado un buen camino, pero una vez mas volvíamos a tener serias dudas sobre si finalmente llegaríamos a tiempo a nuestro destino.

  NOTA : Estudios recientes, han puesto en cuestión la posibilidad de inducir hipertermia terapeútica mediante hipnosis, como puede verse AQUI