sábado, 30 de abril de 2011

EN BUSCA DEL SANTO GRIAL




La noticia, del abandono del enfermo a su suerte , nos sumió en la perplejidad y su efecto fué semejante al que pudiera sufrir un menor de edad que repentinamente se queda huerfano de padre y madre, o un cristiano que resultase excomulgado, en el el medioevo, sin que hubiese promovido herejía alguna.



Después de todas las informaciones médicas previamente obtenidas de diferentes y prestigiosas fuentes galénicas, que no aportaban ninguna soluciòn o terapia viable ¿Que hacer? . ¿ A donde acudir ? .



Acababan de decirnos que "la ciencia" terminaba allí y que nos habíamos salido de sus racionales, tangibles y empíricos dominios, para entrar en los mas intuitivos, etéreos y metafísicos, de "la Divina Providencia", a la que aquella había venido a sustituir, según pretenden vendernos los materialistas y ateos de turno.



Recordando la impactante y emotiva película titulada "El aceite de la vida" , y teniendo en cuenta la experiencia que allí se narraba, en lugar de esperar pasivamente los acontecimientos, decicimos seguir los pasos de sus protagonistas, enfrentados a una situación semejante, en lugar de tirar la toalla, como el manager de un boxeador grogui, y dar por concluida la pelea.



En dicha película, con base en un hecho real, se narraba la odisea de unos padres, que luchando contra la corriente, representada por el hermético establishment médico-científico, y sin conocimientos previos de medicina consiguieron, con grandes dosis de tesón y estudio, salvar la vida de su hijo de 6 años, diagnosticado de una gravísima enfermedad neurodegenerativa conocida como "adrenoleucodistrofia", o enfermedad de Lorenzo, desde entonces, mediante el conocido desde ese momento, como "aceite de Lorenzo" ; una mezcla de cuatro partes de glicerol trioleato y una de glicerol trieruciato, descubierta por ellos.



En este caso, el niño tenía 82 añitos; pero aún así, intentar ganarle la partida a esa desagradable señora enlutada que guadaña en mano nos acecha cada día, esperando que le ofrezcamos la cabeza, merecía la pena y resultaba estimulante. Máxime cuando el "niño", a pesar de todo se mostraba vigoroso y peleón.



Optando por convertirnos en doctores, aunque fuese a palos, en lugar de enterradores, nos pusimos manos a la obra.



Conscientes de que, además de partir de cero, estábamos actuando contrareloj, decidimos en primer lugar obtener toda la informaciòn posible sobre posibles terapias alternativas, dado que la exigua panoplia de tratamientos reconocidos, por los protocolos médicos oficiales se nos había agotado sin éxito. Así comenzamos a recorrer un nuevo camino, ésta vez, en busca del "Santo Grial" para intentar obtener del mismo sus propiedes mágicas.



Para ello, además de hacer una búsqueda exhaustiva en internet, comenzamos a ojear en librerías especializadas los índices y contenido de los libros mas recientes sobre el cáncer y sus posibles tratamientos alternativos.



De entre los diversos libros que ojeamos, elegimos uno que, por sus características nos pareció de los mas adecuados para los fines que perseguíamos, ya que a la claridad expositiva, dado que se trataba de un libro divulgativo, se unía la seriedad que le daba el estar escrito por una persona del establisment medico-científico, aunque no fuese oncólogo, sino psiquiatra y neurólogo, y la credibilidad de haber superado, con éxito, un cancer cerebral. Justo lo que estábamos buscando. El libro en cuestión se titulaba "Anti-cancer" y había sido escrito por David Servan Schreiber y publicado por Espasa-Calpe.



Comenzamos a devorar literalmente sus 350 páginas y en cuatro días habíamos concluido su lectura, que nos resultó mas amena e interesante de lo que en un principio nos habíamos imaginado.



Resumiendo mucho, podríamos decir que el libro, junto a una clara y sintética exposiciòn de la biología y los principales mecanismos de desarrollo del cancer, se centra y hace hincapié principalmente en dos aspectos fundamentales : La dieta, y el aspecto mental y emocional.





De ellos nos pareciò el más interesante el primero y en el nos centramos en primer lugar; ya que únicamente suponía un cambio de hábitos alimenticios que, aunque siempre dificil, como ocurre con todo cambio de hábito, dadas las circunstancias, nos parecía el más asequible y necesario; debido, tanto a la edad del enfermo ( 82 años por aquel entonces ) como a que, a pesar de todo, su estado mental y de ánimo era bueno y no mostraba especiales sintomas de ansiedad o depresiòn.



Después de su lectura, y dada la importancia que atribuía a la dieta, como uno de los aspectos básicos a tener en cuenta en un tratamiento anticancer, nos llamó profundamente la atenciòn el hecho de que desde el mismo momento del diagnóstico hasta el posterior abandono a del enfermo a su suerte, pasando por todos los periodos hospitalarios y postoperatorios, incluido el tratamiento radioterápico, no había recibido ni la mas mínima indicación o recomendación médica acerca de la dieta u otros hábitos de vida mas convenientes; como si esta fuese completamente irrelevante en la progresión del tumor. En su día ya nos extrañó, pero debido a esa fé casi ciega en nuestros doctores, que para nada se preocuparon de la dieta, no llegamos a plantearles ni a plantearnos semejante cuestión.



No obstante teníamos serias dudas de que la dieta, por si sola, fuese a acabar, y menos en el corto plazo, con lo que no habían podido acabar cinco intervenciones quirúrgicas y 31 sesiones de radioterapia; pero pensamos que no perdíamos nada si empezábamos a introducir cambios radicales en la dieta seguida hasta entonces, rica en azúcares y harinas refinadas, y no exenta de carnes y embutidos, leche, y alimentos procesados y en conserva, etc. y, por supuesto, sal. Claro, que resultaría dificil , asumir dicha dieta, si el enfermo nos veía a los demás comer aquello que siempre había comido y degustado; al tiempo que resultaba un engorro para la cocinera de la casa, mi mujer, o lo que es lo mismo, su hija, hacer dos menús distintos. Así que decidimos declararnos todos enfermos de cancer e iniciar la dieta "anticancer" recomendada por el autor del libro y seguir algunos otros consejos que se recogían en el mismo. Tal vez así incluso pudiese servirnos a quienes aún nos considerábamos sanos, como una forma de prevención de la enfermedad.



Si estabamos convencidos de que aquello no era la solución , tambien teniamos la intuición de que podría ayudar, al menos, a hacer mas lenta la progresión del tumor, permitiéndonos al menos ganar algùn tiempo, mientras buscábamos y aplicábamos otras terapias alternativas, que pudiesen resultar efectivas con mayor rapidez.
 
Además de la dieta, y siguiendo las indicaciones del libro, intentamos buscar otros medios de potenciar de la forma mas natural posible, el sistema inmunológico del enfermo, reducir la inflamación y la angiogénesis , aumentar la ingesta de antioxidantes y la oxigenación sanguínea, así como alcalinizar el Ph celular evitando su acidificaciòn. Factores todos ellos sobre los que, en ningún momento tampoco incidieron ni tuvieron en cuenta, ninguno de los doctores que trataron al paciente durante todo el tiempo en que recorriò lo que, en anteriores entradas, hemos dado en llamar "el Camino de Santiago" y el posterior "Via crucis" , limitándose a aplicar estrictamente los conocimientos , terapias y protocolos propios de sus respectivas especialidades, con olvido de un tratamiento integral o multidisciplinar de la enfermedad.





Si, como ahora pensábamos, la dieta era uno de los pilares en el tratamiento del angiosarcoma, resultaba evidente que habíamos perdido un tiempo precioso, que era necesario recuperar a toda costa.



Cinco días mas tarde de la fatal noticia, que enviaba al paciente a las tinieblas exteriores del sistema de salud, aquel recibía junto con el alta hospitalaria una palmadita en la espalda, y los mejores deseos de los doctores en la búsqueda del "Santo Grial", que le permitiera superar la enfermedad que, hasta entonces se había negado, como demonio mal exorcizado, a abandonar su ahora lacerado cuerpo .



Ese mismo día comenzamos a aplicar la dieta anticancer recomendada en el libro del Dr. David Servan Schreiber, iniciando una carrera contra reloj para vencer al angiosarcoma, que complementaríamos, posteriormente, con otros tratamientos alternativos que comenzamos a buscar , sabiendo que del aciero de su eleccion y de la rapidez de su aplicaciòn, dependía la vida de nuestro familiar.



Asimismo, tambien éramos muy consicientes que necesitaríamos ayuda médica; si bien, agotado el repertorio de remedios de la medicina oficial, no nos quedaba otro remedio que buscar entre profesionales de mente abierta que se dedicasen al ejercer las denominadas medicinas alternativas. Claro que conscientes, igualmente, de que la falta de control colegial en este sector de la medicina, unido a nuestro descocimiento de las distintas técnicas o remedios aplicables en este amplísimo campo y las dificultades para el control y evaluación de los efectos de la mayoría de estas terapias, mas allá de la evidencia directa, nos resultaba dificil elegir una persona que considerásemos adecuada para tratar la grave enfermedad de nuestro familar; todo ello, teniendo en cuenta que había sufrido un infarto años atrás y estaba siendo tratado con anticoagulantes y antihipertensivos, y no queríamos que otro tratamiento pudiera interferir el ya prescrito o complicar su salud cardiaca .



A todo ello nos aplicamos con renovada fé en los días siguientes al alta hospitalaria. 

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