jueves, 21 de abril de 2011

FINAL DEL VIA CRUCIS : CAMINO DEL INFIERNO


Tras las reiteradas intervenciones quirúrgicas sin resultado positivo, la desesperación y la falta de confianza en la curación comenzaba a apoderarse de nosotros. No tanto del paciente, a quien tratábamos de mantener piadosamente engañado respecto a la gravedad de su mal, aparentando en todo momento una tranquilidad que no teníamos y procurando nunca hablar en su presencia sobre de la gravedad de su diagnóstico; cosa que los doctores tampoco hacían, según comprobamos, a menos que el enfermo preguntase muy directamente; lo cual tampoco sucedía. Era como si el enfermo, temeroso recibir malas noticias con sus preguntas, se negase de antemano a conocerlas; Estrategia avestrucista en la que todos colaborábamos, al entenderla, como reacción psicológica defensiva, que venía a ratificar el viejo refran: " no hay noticia, buena noticia" . De este modo, el enfermo siempre estaba confiando en que cada nueva operaciòn terminaría por extirpar el tumor, que aunque, peligroso, creía que no amenazaba seriamente su vida. No obstante, y a pesar de esto comenzábamos a notar en el mismo un cierto escepticismo, que nosotros procurabamos calmar con mentiras piadosas que, finalmente, terminaba por creerse; o al menos eso aparentaba, tal vez como mecanismo psicologico defensivo ante la fatal alternativa.


Ante las perspectivas de una nueva intervención quirúrgica y la constataciòn de que la cirugía tal como estaba planteada no resultaba eficaz, empezamos a pensar, que tal vez pudiera haber algún otro abordaje del problema que no hubiesemos contemplado. Por ello, mientras transcurría el tiempo en que se desarrollaban los preparativos para una nueva intevención, y aprovechando el ofrecimiento de un amigo que nos brindó, amablemente, alojamiento temporal en su casa, aprovechamos para trasladarnos a Valencia a realizar sendas consultas médicas que habíamos estado barajando con anterioridad. La primera de ellas, con un prestigioso cirujano, jefe del servicio de cirugía plástica de un conocido hospital valenciano y la segunda con otro prestigioso oncólogo, por aquel entonces director de un centro oncológico valenciano de referencia.


Pocos días mas tarde acudíamos, puntualmente, a la cita que previamente habíamos concertado en la consulta privada del cirujano plástico, situada en un pueblo en los alrededores de la capital valenciana, famoso por los numerosos e importantes talleres falleros acogidos en el mismo .


Nos recibió personalmente su esposa, con gran amabilidad y un trato muy cercano y familiar . Tras una breve conversación, nos invitó a esperar en una pequeña sala, donde tras unos quince minutos de espera pasamos a presencia del doctor.


El doctor, de unos 50 años y persona de trato afable y campechano, tras una breve conversación intrascendente, iniciada, probablemente, para distender y relajar el ambiente, consciente de la situaciòn que nos llevaba a su consulta y de la cual habíamos puesto previamente en antecedentes telefónicamente y mediante el envio por fax del historial clínico de que disponíamos.



Tras ello, realizó una serie de preguntas profesionales al paciente, así como una exploración física del mismo, al tiempo que analizaba y valoraba todas las pruebas clínicas que le habíamos facilitado.


A continuación y después de haberle explicado que, el paciente, iba a ser intervenido nuevamente le preguntamos, que opinaba de la eficacia de la misma a la vista de los antecedentes y si aparte de la técnica de Mohs que se habían negado a emplear en anteriores intervenciones, conocía alguna técnica o solución recomendable que pudieramos sugerir. al equipo de cirugía plástica de nuestro hospital de referencia. A todo ello nos respondió, que la cirugía era, en nuestro caso, la primera indicación, y que aunque no era oncólogo, estimaba que antes aplicar tratamientos radioterápìcos o quimioterápicos, dado que de las pruebas efectuadas no se apreciaba la existencia de metástasis, era preferibla agotar la opciòn quirúrgica; opciòn que entendía que aún tenía cierto recorrido.


En cuanto a la posibilidad de mejorar la técnica quirúrgica que hasta ahora se había venido aplicando, ademas de reconocer que desde el punto de vista estrictamente tecnico-quirúrgico, las intervenciones anteriores habían sido impecables, consideró que era mejorable, y que la cirugía de Mohs, aunque económicamente mas costosa hubiera sido recomendable, en cuanto podría haber reducido el número de operaciones, al tener mayores posibiliades de éxito en cuanto a la completa erradicación del tumor. No obstante nos sugirió, que ante la posible negativa a realizar dicha cirugía, podríamos sugerir la aplicación de una técnica, que aunque no tan efectiva, pudiera mejorar la seguida hasta ahora y acortar notablemente el tiempo entre operaciòn y operaciòn; lo que constituía uno de los problemas que habían contribuido al escaso éxito obtenido hasta el momento. Dicha técnica, utilizada frecuentemente con grandes quemados, consistía en cubrir la zona operada con un injerto provisional de piel artificial, hasta tanto se conociese el resultado del estudio anatomopatológico resultante de la intervención quirúrgica, a fin de poder reintervenir nuevamente de forma inmediata y antes del alta hospitalaria, si dicho resultado así lo aconsejase .


Ante el temor de que semejante planteamiento fuese rechazado por los cirujanos del Hospital Provincial que tenía que realizar la intervención, le planteamos la posibilidad de realizar un traslado del paciente al hospital valenciano donde el doctor ejercía como jefe del Servicio de Cirugía Plastica, a lo que aquel nos contestó que, como consecuencia de el sistema de Autonomías, ello no sería posible sin un previo concierto entre los Servicios de Salud de ambas autonomías, la valenciana y la andaluza; lo cual aunque, hipotéticamente, pudiera terminar autorizándose, no resultaba recomendable, en cuanto la burocracia requerida para ello, probablemente llevaría un tiempo que nos convenía perder. Nos aclaró al respecto y a título anecdótico, que había un gran contrasentido que, a su vez, suponía una flagrante injusticia, en el hecho de que fuera mas fácil, burocráticamente hablando, la intervenciòn quirúrgica de un extranjero de cualquier país de la CEE, en cualquier hospital de cualquier Autonomía española, que de un español.


Efectuada la consulta, nos despedimos, pagamos los 150 Euros acordados previamente, y salimos relativamente contentos; en cuanto, al menos, teníamos nueva informaciòn útil que podíamos utilizar, si bien un tanto molestos con nuestros cirujanos plásticos, en cuanto en ningún momento parecían haberse planteado semejante alternativa que permitiera ganar un tiempo valioso entre operación y operación. La técnica, aunque no permitía conocer, intraoperatoriamente, si el tumor había sido completamente extirpado, como ocurría con la técnica de Mohs, al menos permitía hacerlo "intrahospitalariamente"; lo cual reducía notablemente los tiempos entre operación y operación.


A la misma hora del día siguiente, acudimos a la cita en la consulta del oncólogo, la cual resultó bastante decepcionante, por diferentes motivos .



Tras recibirnos en un gran despacho, notamos, de entrada la falta de calidez en el recibimiento, que encontramos en nuestro anterior interlocutor. Tras saludarnos ritualmente mientras permecía tras su mesa de despacho, nos invitó a sentarnos en unas butacas situadas a unos cuatro o cinco metros de distancia, lo que hacía la comunicaciòn mucho mas formal y menos cercana que la que habíamos mantenido con el cirujano el día anterior.


Tras preguntarnos por el motivo concreto por el que solicitábamos sus servicios y decirle que este consistía en obtener toda la informaciòn posible sobre posibles tratamientos del angiosarcoma que padecía nuestro familiar, sin tan siquiera levantarse a inspeccionar al paciente, nos soltó, a bocajarro, que no había, al margen de la cirugía, tratamiento efectivo alguno para el angiosarcoma.



En cuanto a la radioterapia, nos dijo, que dada la dosis recibida en el anterior tratamiento, no era recomendable una nueva dosis, ya que la recibida era la máxima recomendable; añadiendo igualmente que el nunca habría empleado radioterapia, en cuanto no la consideraba efectiva contra el angiosarcoma y que incluso habría podido ser hasta contrapdoducente.



Respecto a las posibilidades de quimioterapia o, en su caso, de inclusiòn en algún ensayo clínico que se estuviese llevando a cabo con angiosarcomas, negó rotundamente ambas posibilidades; tanto por desconocer la existencia de fármacos eficaces contra dicho tumor, como por la inexistencia de tales ensayos; a lo que añadió como elemento a valorar especialmente, antes de utilizar algún tipo de quimioterapia , la agresividad de los tratamientos quimioterápicos y la propia edad del paciente.


Con aquello dió prácticamente por zanjada la breve y decepcionante consulta, que no añadió otra cosa que una mayor certidumbre a lo que ya sospechábamos, aunque nos resistíamos a creer . No obstante, como pensábamos que tendríamos que intentar convencer a los cirujanos de nuestro Hospital Provincial, para que el enfermo no fuese derivado hacía areas distintas a la cirugía, ( radioterapia o quimioterapia ) le solicitamos nos realizase, al menos, un breve informe escrito con su recomendacion en cuanto al tratamiento y las razones de la misma; petición a la que accediò, un poco a regañadientes, tras insistirle y explicarle las razones de tal solicitud, que no eran otras que tener algún elemento con el que convencer a nuestros cirujanos en caso de que se mostrasen reticentes a la intervención y pretendiesen sustituirla por otra alternativa.



Nos invitó a esperar en la sala de espera mientras redactaba el informe. Diez minutos mas tarde teníamos un escueto informe escrito sobre un folio, en el que se recomendaba la opciòn quirúrgica como única con posibilidades de efectividad.


Cuando fuimos a abonar los servicios a la secretaria, los 200 Euros en que habíamos pactado la consulta, se habían convertido en 300. Nos pareció una desfachatez, en cuanto la consulta no había durado mas de diez minutos y no nos había proporcionado ninguna información adicional, limitándose a confirmar lo que ya suponíamos de antemano, y en cuanto el informe escrito, que no había llevado mas de diez minutos en confeccionar, al igual que la información facilitada en la consulta, era de una parquedad , que no justificaba los 100 Euros adicionales.



Al igual que ya sucediera, en una anterior ocasión con una prestigiosa y afamada Clínica madrileña, tuvimos la sensaciòn de que aquello era un puro negocio que para nada tenía en consideración las circunstancias o el servicio real prestado. Protestamos ante la secretaria, de forma correcta, indicándonos ésta que los cien euros extra, eran por el informe que no estaba incluido en la consulta. Tras insistir en que el informe era tan escueto que equivalía a poco mas que una receta y que nos parecía excesivo, consultó con el doctor, y nos rebajo 50 Euros.



Decidimos no seguir insistiendo, pero reclamamos una factura, que en principio no tenía intenciòn de darnos, y una vez obtenida nos marchamos con una amarga sensación de no ser considerados como pacientes sino como meros clientes de cualquier otro negocio.


Una vez de vuelta a casa concertamos una cita con el jefe del servicio de cirugía plástica de nuestro Hospital Provincial para intentar acelerar la nueva intervenciòn y plantearle nuestro punto de vista sobre la misma con base en las recomendaciones obtenidas durante nuestra estancia en Valencia.


Nos citó para un día y hora de la semana siguiente en que tenían programada una reunión en sesiòn clínica, a fin de que en la misma planteásemos lo que tuviesemos que decir, y para decidir durante la misma la decisión a adoptar.


LLegado el día y hora , tras la espera de rigor, por fin fuimos invitados a pasar a la sala donde se desarrollaba la reunión. Allí se encontraba, casi al completo, el cuadro médico del Servicio.



El jefe del mismo nos invitó a sentarnos y tras examinar brevemente al paciente y la zona afectada por las sucesivas intervenciones y la localización de la recidiva, nos dijo que ya había sido operado varias veces, y sometido a sesiones de radioterapia, todo ello sin éxito y que poco quedaba por hacer . Le preguntamos si contemplaba la posibilidad de una nueva intervenciòn, a lo que contestó que aún era posible pero que dada la localización de la zona afectada y el número de intervenciones realizadas quedaba muy poco margen de actuación y que no había garantías de éxito; especialmente en vista de la resistencia mostrada hasta entonces por el angiosarcoma . Le contestamos que, si había alguna posibilidad de ampliar los margenes de resecciòn el paciente estaba dispuesto a someterse a una nueva intervención. Tras discutir entre ellos la cuestión, así como las posibilidades de éxito y la mejor forma de abordaje, parecieron aceptar el reto, ante lo cual aproveché para volver a insistir en que, en esta ocasión, para agotar al máximo las posibilidades de éxito, emplearan la técnica de Mohs, aún sabiendo, como finalmente ocurriò que tal opción serìa nuevamente rechazada.



Ante la rotunda negativa, volví a la carga, con la propuesta de realizar un injerto provisional de piel artificial que el cirujano valenciano nos había sugerido; opciòn que, para mi sorpresa, les pareciò aceptable.



Desde entonces siempre me he formulado la siguiente pregunta sin respuesta: Si conocían la técnica propuesta, así como la agresividad del angiosarcoma, ¿Por que no la emplearon en las anteriores intervenciones, para evitar retrasos en los retrasos burocráticos entre cada una de ellas ?.



Lo cierto es que nunca lo supimos. Solo pudimos sospecharlo. Pero no vamos ahora a hablar de sospechas.


Una vez más fueron necesarios nuevos estudios de extensión, para conocer el grado de afectaciòn. Entre ellos se realizó, como venía siendo habitual, un TAC de craneo y cuello que, como en ocasiones anteriores, no descubrió el mas mínimo signo tumoral, como puede verse siguiente transcripciòn del informe correspondiente :


" TAC DE CRANEO


Técnica :


Se han realizado cortes axiales de 2,5mm. de grosor en la fosa posterior, y cortes de 5 mm. de grosor en el compartimento supratentorial, empleando técnica multicorte, tras la inyecciòn de contraste endovenoso.


Hallazgos :


Cambios postquirúrgicos en tejidos blandos de región retroauricular y occipital izquierda, sin alteraciones visibles en la calota craneal. No se ven masas que sugieran recidiva local del tumor.


Ambas mastoides y cavidades timpánicas se ven bien neumatizadas.


No se observan imágenes patológicas en el tronco cerebral o el cerebelo. El cuarto ventrículo y las cisternas de la base del cráneo son de morfología y tamaño normales.


En el compartimento supratentorial, se observan signos de leve atrofia cortico-subcortical, normales a la edad del paciente, con ligero aumento del tamaño ventricular y ensanchamiento de las cisuras y de algunos surcos de forma bilateral y simétrica. No se ven imágenes patológicas en el cortex ni en la sustancia blanca de los hemisferios.Orbitas y senos paranasales sin anormalidades significativas.


TAC DE CUELLO


Técnica :


Se han realizado cortes axiales de 2,5mm. de grososr desde el agujero occipital hasta la unión cérvico-torácica, empleando técnica multicorte, durante la inyección dinámica de contraste endovenoso.


Hallazgos :


Cambios postquirúrgicos en tejidos blandos de regiòn retro-auricular y occipital izquierda ya comentados.


No se ven anormalidades óseas en la base craneal ni en la mandibular.


Glándulas parotidas y submandibulares normales simétricas.


Luz de faringe, laringe y traquea sin anormalidades.


No se ven adenopatías submandibulares o latero-cervicales de tamaño significativo.
Glándula tiroides normal.


Vértices pulmonares sin imágenes patológicas.


Ateromatosis calcificada en cayado y aorta descendente. Se ha revisado la exploraciòn previa de fecha 16-10-2008, aportada por el paciente, no apreciándose cambios significativos. "
   
El 16 de febrero de 2009 , el paciente ingresaba, una vez más para ser operado el 20 del mismo mes.Tras una nueva intervención, el doctor nos informaba de que había realizado una amplia exeresis, de la zona submandibular izquierda, que había afectado a parte del músculo platisma, cubriendo provisionalmente la herida con un injerto artificial . Once días mas tarde, se recibía en el servicio de cirugía plástica, el informe anatomopatológico del tejido extirpado, realizado el 2 de marzo de 2009, que decía lo siguiente :


" DATOS CLINICOS :


Angiosarcoma cervical izquierdo inervenido con margen de resecciòn afecto.


DESCRIPCION MACROSCOPICA :


Dos frascos numerados:


1º .- Fragmento elíptico de peil y tejido subcutaneo de 18 x 5,4 cm. y 2 cm. de espesor máximo marcado con sedas. Presenta en su superficie múltiples nódulos de coloración oscura, el mayor de ellos de 0,6 cm. que no parece conectar con márgenes de resección.


2º .- Fragmento irregular de tejido de aspecto fibroadiposo de 1,7 x 1,4 x 0,7 cm


DIAGNOSTICO :


1º.- PIEL, TEJIDO SUBCUTANEO Y MUSCULAR CON ANGIOSARCOMA MULTIFOCAL QUE ALCANZA MARGEN LATERAL Y BASAL DE RESECCIÓN; CAMBIOS POSTQUIRURGICOS.


2º.- FRAGMENTO DE TEJIDO SUBCUTANEO SIN AFECTACION NEOPLASCICA.


Nota:


Se comprueba en este caso el comportamiento habitual de los angiosarcomas cutáneos con recidivas frecuntres y múltiples; cinco en este paciente. El caracter multifocal en forma de pequeñas masas tumorales, la afectaciòn en profundidad y el campo quirúrgico modificado por las intervenciones previas explica la no delimitación clínica de la extensiòn real del tumor; por lo que es lógico que en la pieza hayamos evidenciado afectación de los márgenes quirúrgicos. Esta situación muy probablemente se va a producir en nuevas intervenciones. "



Viendo el contenido de la novedosa nota final del informe anatomopatológico y la ausencia de notas semejantes en los informes anteriores, daba toda la impresión de haber sido solicitada por el propio servcio de cirugía plástica, como justificaciòn para abortar cualquier otra petición de nuevas intervenciones quirúrgicas, por nuestra parte .


Fuera como fuese, en vista del escaso éxito obtenido tras las múltiples intervenciones anteriores, y la afectaciòn, en esta última del músculo platisma que originó que el paciente no pudiese controlar normalmente el movimiento de apertura y cierre de la boca y que la comisura izquierda de la misma apareciese caida respecto a la derecha, empezabámos a pensar en desistir de nuevas intervenciones quirúgicas, en caso de recidiva, a menos de que nos diesen ciertas garantías de éxito; cosa, por otra parte, harto improbable.


Ese mismo día fuimos informados del resultado del informe anatomo-patológico, por el Jefe del Servicio de cirugía plástica y citados para el día siguiente en que habría una nueva reunión del comité de tumores, con doctores del servicio de oncología radioterápica para, reunidos en sesiòn clínica, decidir la actuación a seguir, e infomarnos, posteriormente, sobre lo allí decidido.


Aquella información nos cayó como un jarro de agua fría a quien está constipado , pués teníamos alguna esperanza de que esta vez fuese la definitiva , y por otro lado temíamos que si la afectación de márgenes persistía, no fuese posible o aconsejable una nueva intervención, dados los riesgos existentes al aproximarse a zonas cercanas a ramas del nervio facial y ganglios linfáticos, y las dudas de que una nueva operaciòn pudiera resultar exitosa en cuanto a la erradicaci. Todo ello, unido a nuestras, cada vez mayores, dudas sobre las posibilidades de erradicar definitivamente el angiosarcoma mediante la técnica quirúrgica empleada hasta entonces. Además, en ésta ocasión el paciente, dada la zona extirpada, se encontraba mas molesto que en otras ocasiones y desanimado, ante los reiterados fracasos y a que cada vez era mas consciente de la gravedad de su dolencia; hasta el punto de llegar a preguntar a los doctores, cuanto le quedaba de vida; algo que, pudiera haber pensado en algún momento, pero que, hasta ahora, nunca había planteado, de manera tan abierta y directa.


Cuando concluyó la reuniòn de la sesión clínica, el jefe del servicio de cirugía plástica nos invitó a pasar a su despacho, donde con cara de circunstancias nos informó que allí terminaban sus servicios, en cuanto no era posible ni recomendable una nueva intervención quirúrgica, ni tampoco la aplicación de nuevas sesiones de radioterapia, por haberle sido aplicada, en el anterior ciclo de sesiones, la máxima dosis recomedable ; Ello significaba que cuando recibiese el alta hospitalaria, días mas tarde, quedaría en las exclusivas "manos del Dios", sin ayuda ninguna del Servicio de Salud. El doctor no empleó esa palabra, pero fué lo que diò a entender, con cara de circunstancias, al tiempo que se disculpaba por no haber podido erradicar el angiosarcoma definitivamente . No obstante nos informó que acabados sus servicios, nos derivarían al servicio de oncología radioterápica, para que nos explicasen personalmente, las razones por las que tampoco era recomendable la radioterapia. Ese mismo día, con la moral por los suelos, bajamos al servicio de ondcología radioterápica, donde el segundo jefe del servicio, tambien con cara de circunstancias, o lo que es lo mismo, de impotencia, nos informó en el mismo sentido que ya había hecho el jefe de cirugía plástica.


Con la información que previamene habíamos obtenido en las consultas privadas efectuadas, y visto el resultado obtenido hasta el momento, decidimos aceptar, sin protesta alguna, el final del tratamiento seguido en la sanidad pública.


Aunque, inconscientemente sabíamos que aquella situación podía llegar, nunca la habíamos contemplado como posible, en cuanto que a pesar de las deficiencias médicas que hemos ido apuntando a lo largo de las entradas anteriores, teníamos confianza en que la cirugía finalmente pudiera acabar con el angiosarcoma. No fué así. Y aunque entendimos las razones que nos dió el doctor, con las que llegado ese momento, no nos quedó mas remedio que estar de acuerdo, en cuanto nos parecía dificilmente asumible y arriesgada una nueva intervenciòn sin garantías, nos costaba creer que, después de los errores de diagnóstico y del retraso en el inicio del tratamiento quirúrgico, y el inadecuado abordaje de este, no hubiera nada mas que la ciencia pudiese hacer y que todo quedase a partir de ese momento en las exclusivas manos del Altìsimo. Y la impotencia se transformaba en rabia cuando pensábamos en el cúmulo de circunstancias ya relatadas que nos había llevado a esa situación, y en como le contaríamos al paciente la nueva y desoladora situaciòn en que se encontraba.

En principio decidimos ocultarle el resultado, intentando ganar algún tiempo, hasta ver que se nos ocurría; pues, confiados en la ciencia y la técnica oficiales, nos habíamos quedado sin recursos alternativos, y no sabíamos muy bien que hacer.


Así nos quedamos en espera de que el paciente recibiera la definitiva alta hospitalaria que llegaría el 16 de marzo de 2009 .


El informe de alta, y en este caso tambien informe final, decía lo siguiente :


"ANTECEDENTES PERSONALES :


Infarto agudo de miocardio. Toma AAS. Hernia de hiato. Intervenido de cataratas. No alergias medicamentosas conocidas.


ENFERMEDAD ACTUAL :


Paciente intervenido en varias ocasiones en nuestro Servicio, a donde acudió por presentar tumoraciòn retroauricular izquierda de características clinicas de Ca. basocelular quístico ( 1ª intervenciòn 8/06/2007), con resultado de AP de angiosarcoma que afecta a un margen lateral de resección) . Por este motivo es reintervenido con fecha 3/6/07 ( Sic ) siendo el resultado anatomopatológico de Angiosarcoma que contacta con borde superior de reseccion. Ante este resultado vuelve a intervenirse en noviembre de 2007 con idéntico resultado anatomopatológico ( Angiosarcoma con afectación de márgenes quirúrgicos ) . Ante esta situacion, el paciente es visto por los oncólogos radioterapeutas que dedicen tto. radioterápico, siendo previamente descartada la extensiòn tumoral en el estudio de extensiòn del mismo. El tto. termina en Febrero de 2008 y el paciente no vuelve a contactar por nosotros hasta que aparece una nueva recidiva local que de nuevo es abordada quirúrgicamente con fecha 27/11/2008.en dicha intervención se realiza una nueva exéresis de la lesiòn con margen de seguridad y el resultado anatomopatològico vuelve a decirnos angiossrcoma que afecta a un margen lateral de resecciòn. Se decide, por tanto, una exéresis con margen de seguridad extremo que se lleva a cabo el 20/02/2009.


JUICIO DIAGNOSTICO :


Angiosarcoma


INTERVENCION QUIRURGICA :

Con fecha 20/02/2009, bajo anestesia local y sedaciòn, Dr.......... le realiza exéresis con margen muy amplio de resección dejando cruenta la zona intervenida en espera de anatomía patológica.
El resultado vuelve a ser angiosarcoma multifocal que alcanza márgenes de resección ( Se adjunta informe anatomopatológico ) . Con fecha 5/03/2009 es injertado bajo anestesia geneal por Dr.....


EVOLUCION :


Ante el cuadro descrito se decide comentar el caso en el comité de tumores de cabeza y cuello de nuestro hospital lo que se hace con fecha 11/3/2009, donde se decide nuevo tto. radioterápico y que al alta del enfermo se le remita a la consulta de oncologìa radioterápica para el mismo. Deberá además acudir a la Consulta Externa de Cirugía Plástica para revisión y curas.


Tratamiento
- Realizar curas con betadine-
- Seguir su medicaciòn domiciliaria habitual


A pesar de lo que puede leerse en el informe de alta, el segundo tratamiento radioterápico estaba contraindicado, según nos había informado primero el Jefe de Cirugía Plastica y después el Segundo Jefe de Oncología radioterápica. A pesar de lo cual, inexplicablemente consta en el informe.



Por supuesto, que dicho tratamiento radioterápico nunca llegó a efectuarse.


Allí terminaba el via crucis y comenzaba el camino hacia el infierno. O al menos así lo veíamos nosotros.

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